jueves, abril 24, 2008

CUATRO LLUVIAS

Mis pasos una vez más me llevaron a ti,
lento y sin prisa sabía que me esperabas,
mi corazón esperaba encontrarte
para latir una vez más a tu lado.
 
El aire tan fresco anunciaba lluvia,
con el leve riesgo de quedar empapados,
mis ojos te buscaron en medio de ese pequeño bosque
para encontrarte serena y tranquila.
 
Esperando mis brazos y mi aliento,
mi presencia y mi calor;
creamos una vez más nuestra burbuja,
dejamos que el tiempo se fuera.
 
Calló la primera lluvia,
una gota en mi frente y una en tu mejilla,
tu cubriéndome con tu cuerpo
y nuestro calor evaporando a las otras gotas.
 
Se atrevieron a caer sobre tu espalda suave y hermosa;
la lluvia se asustó entonces,
y nos dejó ahí a los dos,
debajo de esa rama que cariñosa nos protegía.
 
Calló la segunda lluvia con un poco más de estruendo
levantando hojas y pequeñas nubes de algo que parecía polvo,
tampoco nos importó;
el dialogo de nuestra piel ya era intenso.
 
El calor de nuestros cuerpos nuestro escudo,
sólo leves gotitas de frescura se evaporaban en nuestros rostros,
en tu cabello, en mis brazos que precisos te cubrían,
y el agua se fue.
 
Llego entonces la tercera lluvia,
y ahora se enterneció junto a nosotros,
sus gotas más grandes, crearon una musiquita extraña
que de repente de nuestros oídos desapareció.
 
Trajo consigo la noche para hacer de esas gotas pequeños destellos
reflejos del farol que nos daba una tenue luz,
ya sin la conciencia del tiempo solo con la certeza de nuestros besos y caricias,
la lluvia sólo pudo entonces retirarse una vez más para dejarnos en esa hermosa soledad.
 
Regreso entonces con un cuarto intento, segura de que estábamos ahí todavía, contagiada de nuestro
éxtasis trajo consigo relámpagos que iluminaron el cielo ya oscuro,
truenos que le dieron color y luz a nuestra pasión
que estallaba en cada parte de nuestro cuerpo.
 
Tu rostro apareciendo a cada centella que detonaba en mi interior,
muriendo una y otra vez, cayendo desfallecido
para elevarme de nueva cuanta
y dejar el suelo que desapareció de bajo de nosotros,
tu anhelando la fuerza de la pasión para volar cada vez más alto.
 
No le quedo más a la lluvia que marcharse
y permitir que al dejar nuestra burbuja
camináramos felices hacia nuestro destino,
cargados de nuestra mágica energía.

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