martes, noviembre 25, 2008

MIRADA

Mirada en que se vislumbra la sorpresa,
donde se esconde y se derrama el deseo,
en donde se adivinan intensas ráfagas de pasión,
en donde se marcha mi ser a otro mundo.
 
Que grita el silencio,
en donde se cuela la luz de la luna y el sol
para iluminar ese necio interior
y encontrar la miel de tu espíritu salvaje.
 
Mirada donde se asoma el dolor,
ojos que derraman la angustia,
que bloquea el sentimiento
serrando las persianas de tus párpados.
 
Mirada a media luz,
la mitad de tu rostro iluminado por la luz artificial
imperante en la agonía del placer
por el breve instante de lo que atrapan tus ojos soñadores.
 
Mirada que se nubla por la pasión de tenerte cerca,
que te busca desde las alturas convertida en luceros
que con su tenue luz ilumina
la tierra de tu andar.
 
Mirada que me observa desde lejos
en la distancia de los mares de la esperanza;
que a diario te encuentra en los detalles
que se pintan en las olas turquesa de tu mar.
  
Mirada que se ilusiona por volver a encontrarte
cuando regreses del laberinto de tus emociones;
mirada que me espera todas las mañanas
para andar solo unos minutos a tu lado.
 
Mirada cansada por que el sueño no viene por mí,
que se pierde sin luz en las noches de mi soledad
observando el manto del universo que me cubre
pensando en cómo seguir volando con las alas de mis párpados.
 
Mirada que se posa en el horizonte,
que busca los motivos para seguir;
que solitaria se alienta
esperando encontrar de donde quiera que venga
la felicidad de una nueva ventana para mirar.

viernes, noviembre 14, 2008

RETORNO

He regresado a tu lado,
sí, aquí estoy de nuevo,
y tú, fiel siempre a mi espera
ofreciéndome el palacio de tu silencio.
 
Tomaré de nueva cuenta tu mano
y caminaré con la seguridad que me enseñaste
tiempo atrás
cuando me mostraste como respirar entre las cenizas.
 
En un mundo que entre brazas desaparecía
pero tú, al hablarme sin palabras,
me mostraste que más allá de las llamas
estaba la tierra que generosa me abría sus caminos.
 
Me enseñaste que al regresar a mis entrañas
estaba el origen de mi destino;
esta vez contigo de tu mano
regreso al rincón sin luz de mi corazón.
 
Para conversar con el aire al respirarlo,
para platicar con mis pies y el suelo mojado,
para dialogar con mis ojos y el horizonte,
para hacer de nueva cuenta un pacto
con mi voz y el eco de las montañas.
 
Me enseñaste tanto
al estar contigo durante tanto tiempo,
que regreso a ti de nueva cuenta
para aislarme en tu regazo.
 
Sin nada, sólo un centenar de metros a la redonda
sin nada, sólo mil nubes hacia arriba
sin nada, sólo varias toneladas de roca debajo de mis pies
sólo tú y yo, soledad


esperando aprender más de tu sabiduría silenciosa.