miércoles, mayo 02, 2007

LA TARDE

La tarde, era bastante extraña, desde la ventana de la oficina que parecia un horno por el calor vespertino, podían verse negros nubarrones que cubrían la cima de las montañas de esta ciudad de locos, el sol se negaba a esconderse detrás de esas nubes necias que comenzaban a cubrir el cielo lleno de smog y mugre que los defeños respiran todos los días.

Después de gobernar durante varios días ese cielo azul, nuestro resplandeciente amigo se negaba a dejar esos dominios; pero sus esfuerzos fueron inútiles, y hasta el último brazo de sol murió detrás de las nubes cargadas de agua que pronto la dejaron caer en estas calles.

Parecía que esta vez no podría salir de la oficina con esa pequeña tromba que se desató, la misión que en este momento tenia encomendada sería difícil de cumplir con esa fuerte lluvia que caía con una extraña furia en las arterias de concreto de la ciudad.

Y en un instante la lluvia desapareció, después de ese fuerte viento que hacia que las gotas de la lluvia bailaran en el aire, todo regreso a la calma; en la ciudad comenzaba la época de lluvia y esta era la primera que caía con fuerza y que desaparecía de manera repentina.

Era preciso salir de la oficina que en ese día en particular guardo un ambiente monótono, los compañeros de la oficina salieron para tomar un curso de computadoras y sistemas base para alojar sitios Web, algo que sólo ellos y sus paranoias entienden y adoran; sin nadie con quien hablar (bueno, sólo la vecina, que también estaba por salir), era muy tediosos estar ahí, una oportunidad como esta no la desaprovecharía, necesitaba cambiar esos lentes que en un acto de necedad había soportado dos días para “acostumbrarme” a una nueva graduación, pero que ya no estaba dispuesto a tolerar.

Fue entonces que decidí partir, dejar atrás la oficina; para mi suerte el sol salio de nuevo secando la lluvia y provocando que el calor siguiera en el ambiente, ya no me importaba, la vecina me grito que con ese sol era probable que hubiera arco iris, - Búscalo y me cuentas cómo se ve- me grito desde su lugar; me pareció buena idea pero entra los edificios y las casas fue difícil buscar el lugar donde podía estar el arco iris.

Lo que me esperaba debajo de la ciudad capital, fue intenso, asqueroso, alucinante; tenía mucho tiempo que no trepaba el salvaje metro atestado de gente, mi ansiedad se debía a que debía estar a las 7 en el centro de la ciudad en la óptica para alcanzar a la señorita que me atendió y me hizo los lentes, por lo que decidí abordar el metro en un pequeño espacio que quedaba en la puerta.

Terrible, horroroso y nefasto según me había afianzado al lado de la puerta para que no me movieran, pero nada se podía hacer ante tanta gente que entra de un solo golpe al metro, por lo que perdí mi voluntad de movimiento y de un lado a otro frente a las puertas del vagón fuí arrastrado sin poder detenerme de algo, para variar el calor sofocante y los respectivos olores que emanaron entre tanta gente se evaporaron en el aire para colarse por la nariz mareando la conciencia. El martirio se prolongó cerca de una hora.

Normalmente en la Ciudad de México de la estación del metro Zapata a Hidalgo se hacen 35 minutos, pero esa tarde en particular fue mucho tiempo, el servicio fallo y hacia lento muy lento el avance con cientos de personas cocinándose en su jugo a unos 3 metros bajo tierra.

Por fin logré llagar a mi destino, despeinado, descamisado, con el espacio vital totalmente violado (¡el espacio he!) y haciendo otro gran esfuerzo para no dejar que me subieran de nuevo al metro. A un costado de la pared, un señor estaba en el suelo rodeado por tres policías que lo cuidaban de que no fuera aplastado por la masa, el señor solo tamborileaba con sus dedos el frió suelo del anden esperando tal vez que su desmayo provocado por un aplastón o por claustrofobia pasara.
A pesar de que era tarde tenía la esperanza de que la señorita amable de la óptica todavía estuviera en su negocio para dejarle mis lentes nuevos y que me los compusiera, por eso corrí, una gotita muy pequeña callo en mi nariz y luego varias más nublaron el ambiente: comenzó a llover, y me sentí un poco afortunado en esa tarde llena de tantos contratiempos y es que las calles del centro me encantan cuando las veo entre la lluvia.

La gente apresuró el paso, yo corrí un poco mas (no tanto por que ya soy muy lento) y pues la señorita amable cerró su negocio, no pudo esperarme unos minutos más. Su horario se cumple cabalmente ni un minuto más ni uno menos en punto de las 7:30 se cerro el telón. Me refugie en un techito que salía de una joyería que no cerraba aun y me puse a mirar como la lluvia y la ultima luz de esa tarde se perdían detrás de eso viejos edificios que comenzaron a lucir fantasmales, sólo rodeados de pequeños ases de luz.

Me sentí extraño, alejado de todo, pero muy afortunado, ya la lluvia se había entablado, era una de esa lluvias tupidas, que tardarían mucho en pasar, por lo que no pensé en correr para buscar otro refugió ahí estaba bien, con este cielo nublado y mis pies algo mojados, me sentí muy contento ya que sin pensar llegue a este pequeño lugar en que estos viejos edificios me miraban como a tantos otros más que no pudieron llegar a tiempo a su destino.

Esta tarde me encontré en el quicio de esta ventana que me regaló la oportunidad de ver cómo llueve en estas calles que pueden contarnos viejas historias pero que ahora lucen salpicadas de esa plástica modernidad.

CUÉNTAME TU TRISTEZA

Cuéntame tu tristeza
no la guardes en tu corazón,
deja que llore otro poquito,
deja que sus gotitas me lleguen,
deja que beba un poquito de ellas;
que tus lagrimas calmen mi sed
sé que es lo que sientes
porque alguna vez mi corazón se secó
y cada vez que lagrimitas así me llagan
no puedo dejar que pasen.

LO QUE VENGA

Pero así la vida sabe distinto
de cabronas y cabrones
se teje nuestra historia,
se dan bajones y viajes a las nubes,
de lágrimas y llantos
se hace nuestra música particular;
si a veces nuestro corazón sangra
es porque nuestra vida conoció eso que se llama amor
que si dura o no
es cuestión individual
es cuestión de dos
si uno se va
qué más da, estoy listo pa' lo que vendrá

SUEÑO

Yo, como que no quiero despertar todavía
quiero seguir viendo tus ojos sonrientes detrás de tu velo,
quiero seguir mareado con este caluroso éxtasis,
quiero sentir una vez más el apretón de tu mano frágil,
que me invita a seguir un momentito más enredado a ti.