domingo, diciembre 28, 2008

DULCE MUERTE

Después de tanto dormir contigo
en el baúl de mi memoria
camino cierto en la playa de tu espalda,
sintiendo las olas de tus caricias.
 
Mi cuerpo se va lentamente
a donde la razón no existe,
en donde el tiempo se termina,
en donde la humedad de tus besos me domina.
 
Muero lentamente
sintiendo tu liquida pasión,
el agua de tus labios,
la profundidad de tu fuerza.
 
Hoy levanto mis brazos para ver
cómo se desintegran en la ribera de tu cuerpo;
ya mi fuerza me dejó,
mi pequeña muerte inició.
 
Hoy la serenidad de esta fatiga
me deja sin palabras e inmóvil;
dejé de existir entre la dulzura de tus aguas.
inerte, mi cuerpo flota dentro de ti.
 
Dulce muerte,
ya sin fuerza,
sin aliento,
mirando solo con tus ojos
clamando por que no termine
esta lánguida sensación.

LLEGAR A TI

La mañana hecha promesa,
el medio día pare saber que me haces falta,
la tarde para pensar que es posible alcanzar tu mirada,
la noche para saber que debo llegar a ti.
 
En el vuelo de la esperanza
surco el cielo para alcanzarte;
sin importar la distancia voy a tu mar,
sin importar la distancia me desvanezco para saber de ti.
 
Deseo dejar de escucharte sólo en mi sueño,
eliminar la sorpresa que me atrapó después de sentir tu ternura,
y ya no sentirme perturbado por ese pequeño instante
en que te posaste en mis recuerdos.
 
Descender en la tierra de tu corazón
y sentir el viento de tus manos,
descender en tu corazón y sentir su calor sincero,
tu franca mirada y su pasión.
 
Y recorrer entonces las distancias de tu mundo
para ver la muerte de nuestro sol,
para sentir la risa del mar a nuestra espalda
y escuchar el canto de sus olas.
 
Muy a pesar de la noche
no permitiremos que domine su oscuridad
con el destello de tus manos en mi espalda
con el fuego de tus ojos sobre mí.
  
Y vencer el temor de hacernos humo
para navegar en la nada,
en la inconsciencia del deliro
para elevarnos en el cielo infinito.
 
Ahora ya no nos faltara otra noche
nos sobraran los días para saludarnos con un beso,
tendremos mil senderos y calles para andar
al ritmo del canto de nuestro corazón.
 

EL ANGEL BAJO DEL CIELO

El ángel bajó del cielo
en forma de rocío,
lentamente me cubrió con su humedad
suavemente me entregó su calma.
 
Después del sueño
respiro un poquito mejor
ahora la dicha de escucharlo cerca
susurrando amores en mis oídos.
 
Después de abandonar la lejanía
se posa ahora en mi corazón,
hoy no tengo a su fantasma
es ahora de carne y hueso.
 
Siento el calor de sus alas
que me cobijan en estas noches frías,
siento el calor de su pecho
que recoge mis lágrimas.
 
Solo en el valle
esperaba su mirada;
el cielo se hizo pequeño en sus ojos
mi ángel y su mirada hoy me llevan en su vuelo.


jueves, diciembre 11, 2008

DÉJENME MORIR

Déjenme morir,
déjenme ver en esta tarde
como el sol se pierde cada vez que cierro mis ojos,
no me pidan que no este triste, porque no lo haré.
 
Déjenme de pie en esta tarde de otoño
en que me cubren las hojas de los árboles,
en que el viento que anuncia el invierno
se lleva poco a poco pequeños fragmentos de mi piel.
 
Desapareceré por un momento,
no me digan que no me vaya;
esta tarde que cayó el sol
quiero ir a beber sus últimos rayos
que coronan las montañas.
 
Esta tarde moriré en el frio de mi tristeza
una muerte más, qué más da;
sepultare una vez más a mi espíritu
en las entrañas de mi mundo.
 
Seré semilla debajo de la tierra,
esperaré de nueva cuenta para renacer,
esperaré que este frío dolor se aleje
y comenzar de nuevo en la primavera.
 
Déjenme morir,
en esta forma creo en la resurrección
por el momento desapareceré,
debajo del suelo seré barro.
 
Solo necesito una gota de amor
de la sangre de un ángel que me descubra,
y con su mágica esencia
me regrese a la vida para dar de nueva cuenta
lo más hermoso de mi necio corazón.


miércoles, diciembre 10, 2008

DE REGRESO A CASA (Cuento)

El viento mecía su larga cabellera, la caminata se había extendido por un largo rato, el sol de la tarde hacia tiempo que se había ocultado, el ambiente se tornaba mas y mas frió, -así estaba muy bien- pensaba, -no necesitamos mas calor ahora es el tiempo de calentarnos nosotros mismos.

Había escapado de las oleadas de gente que se volcaron a las calles después de que el servicio del metro colapsó por culpa de algún suicida, de una falla en el suministro de energía o de un falla mecánica, no se sabía; sólo que el acontecimiento provocó que la gente saliera como hormigas del agujero para ponerse a salvo del subterráneo y escapar para llegar a sus destinos.

Este incidente,.le dio el pretexto que necesitaba para escapar y darse el tiempo de pasear por las calles y expulsar a esos pensamientos extraños que la habían invadido durante buena parte del día; se sentía tan confundida que insistía tanto en las salidas fáciles, en los juegos de palabras que pocos le entendían; no podía hacerse a la idea de que su instinto de supervivencia fallara tanto a ultimas fechas, no lo aceptaba,

Esa tarde lluviosa y que se negaba a entregarse a la noche le servía para pensar, e intentar reflexionar en eso que la atormentaba tanto: la soledad, el llegar a casa sin que nadie la recibiera, -podrida soledad-, pensaba, no podía olvidar a Fausto, el instante en que le propuso ya no seguir más, en ese momento pensó que no le sería muy difícil superarlo, pero resultó tan complicado que se había aburrido de encontrar el motivo por el cual él decidió alejarse, romper ese pacto que formularon los dos años atrás.

Ahora que la vida junto a él cobraba un sentido y un rumbo, esta inesperada situación la rebasaba totalmente, no sabía cuanto tiempo más duraría esta especie de tormento en el que los días se hacían tan pesados, en los que no podía dejar la oportunidad de pelear con los demás provocando que sus amigos y compañeros se alejaran de ella;-que más da pensaba, necesito estar sola-, no encontraba otro remedio

Quién podía entender su situación, nadie sabía aun que Fausto se había ido, que la había dejado para buscar… no recordaba que cosa le dijo, siempre habían sido sinceros, nunca hubo un secreto entre ellos dos, recordó con ternura como él se reía a carcajadas cuando le contaba los galanteos que nunca faltaban en su trabajo o en las fiestas a donde iba y él no la acompañaba.

Ahora en esa casa vacía, ya no escuchaba más su aliento, el olor de su cuerpo después de la ducha que limpiaba los malos humores de todo un día de trabajo, su absurdo tarareo que según era su canción favorita, pero que nunca le dijo cuál era.

Inevitablemente las lagrimas cayeron por sus mejillas, si antes las contenía esta vez decidió que un torrente saliera de sus ojos negros, cegándole la visión y descomponiendo las figuras que se dibujaban en la calle convirtiendo todo en fantasmas borrosos y sin forma.

Era un llanto en silencio, un llanto que la estaba haciendo sentir muy bien, olvidó su forma calculadora de remplazar lo que le hacía daño, esta vez dejaba que su humanidad llorara esta perdida, decidió que en esa acera haría todo lo posible por que sus lagrimas se confundieran con las gotas de la lluvia y se mezclaran con el lodo negro de esta ciudad gobernada por el smog.

Se detuvo un momento, sentía que desfallecía, colocó su mano en su boca para ocultar la mueca de dolor intenso que se formó en su rostro y se recargó en el quicio de esa puerta que la ocultó por un momento de esa calle, no sabía cuanto tiempo había caminado ni que distancia recorrió en esos momentos de dolor.

Poco a poco la desesperación que la envolvió como remolino fue desapareciendo; no así sus lágrimas que no dejaban de caer al suelo mojado por la lluvia que se empeñó en acompañar su dolor, pensó que esas gotas servirían para lavar su alma y enjuagar su corazón que se encontraba hecho pedazos.

Lorena acomodo su cabello, limpió su rostro y decidió seguir, llegar a su destino, sabía que al llegar a casa nuevamente sería necesario un desahogo igual, pero ya parte de su dolor, segura estaba, lo había tirado en esa acera.

Emprendió su camino con pasos más apresurados, las letras del anuncio luminoso del hotel alumbraron su camino, ya la noche estaba encima, las luces de los carros pasaban a su lado vertiginosas, de repente un auto frenó violentamente a su lado, sólo atinó a poner las manos al frente en un intento de detener la embestida.

¡¡Fíjate, amiga!! ¿qué te traes vas en la luna?
¡¡¡Anda muévete vamos a pasar!!!

Sentada en la ventana de la puerta del carro una joven le hacía ademanes con la mano para que se moviera, al ver esa imagen reaccionó y en un movimiento torpe logró retirarse a un lado para que el auto avanzara perdiéndose en la puerta del hotel con la chica todavía con medio cuerpo de fuera que le alcanzó a decir:

¡Vamos amiga, todo estará bien, verás que si¡
¡¡¡Animo, la vida es más que esos instantes que estas pasando;
este ya pasará, prepárate para lo que viene!!!

Lorena vio como la chica de un movimiento se metió al carro en donde de inmediato abrazó a su acompañante, una leve sonrisa apareció en sus labios, nuevamente acomodó su cabello, respiró profundo y siguió su camino a casa.

¿Por que le dijiste eso?
¡¡Hay, no ves que va en la meritita depre¡¡
¡Si pero por poco y te caes, no lo vuelvas a hacer!
Hay ya, fíjate paga ¡¡¡ándale!!!

Eduardo y Eva habían llegado a su encuentro habitual de fin de semana, después de una semana de trabajo duro y discusiones en la oficina y de cumplir con los “tiempos” para las entregas en el departamento editorial.

Escapar de la cotidianidad, era lo que buscaban en esos encuentros en donde viajaban en la intimidad de ese pequeño cuarto en el que los dos podían admirarse mutuamente, conversar de mil cosas mientras ambos se quitaban la ropa, ese era su ritual; ahora lo que les preocupaba era que pronto Eduardo dejaría de trabajar para esa empresa que había sido vendida a una mucho más grande y para no variar extranjera; les preocupaba que pronto tendrían que modificar su ritmo de vida, ya habían pasado varios años de que estuvieran juntos y situaciones como esa modificarían su estilo de vida, que cada vez era más difícil, la situación en el país no era sencilla, así como la empresa donde trabajaban cerraba, otras tantas pasaban por la misma situación.

Absorbidas por el frenesí capitalista de las enormes transnacionales con todo y sus adelantos tecnológicos y su enorme estructura, las empresas, no sólo del ramo editorial donde ellos trabajaban, que podían presumir cierta estabilidad en el país, comenzaron colapsar sin tener chance de una competencia leal, ante esos monstruos corporativos que todo lo devoraban llegando a modificar el destino de mucha gente, varios de sus amigos ya habían experimentado esa situación, incluso un grupo de ellos habían pactado vivir juntos en una sola casa en la que todos pagaban la renta mientras que encontraban nuevamente trabajo, ellos estaban llegando a esa situación,

A final de cuentas, el cambio en la nueva administración del gobierno no sirvió, seguía la misma tónica, un país estancado en donde la mayoría de la gente vivía al día, a pesar de las buenas notas de la superación económica por la llegada a nuestra economía de las trasnacionales; realmente para la mayoría de la población esta “realidad” no se reflejaba en un verdadero bienestar.

La forma de hablar de la gente se había convertido en un monologo cotidiano copiado de la TV y los programas de radio que escuchaban miles y miles de personas, y en los que no se permitían la reflexión, todo intento de argumento se basaba en el morbo y el prejuicio, la dignidad y condición humana eran ya moneda de cambio y garantía de audiencias sedientas de bajas pasiones para entretener su vidas que consideraban a esos espacios en los medios de comunicación comercial una guía de sus acciones.

Al menos en esos momentos ellos consiguieron ese pacto para aislarse de ese ambiente visual y auditivamente contaminado, al menos los suspiros de amor que ellos dejaban escapar de sus gargantas decía Lalo eran suspiros de amor cargados de un espíritu de plomo, que inundaba el aire de las calles de la ciudad que les había tocado habitar.

Y cada vez que los dos veían el manto negro que cubría a la ciudad Eduardo le decía:
-Por eso mi amor sobre ti pesa tanto, y no será fácil de destruir, tal vez se derrita, pero el plomo de mi sangre tomara la forma que tu quieras--

Y así, una a una sus prendas fueron cayendo al piso dejando a la tenue luz que los rodeaba la desnudez de sus cuerpos para compartirla una vez más, Lalo comenzó a susurrarle al oído lo mucho que la quería, y lo hermoso de su cabellera en donde le encantaba sumergir su rostro para absorber su deliciosos aroma.

Eva disfrutaba tanto de su cercanía, y a pesar de haber escuchado tantas veces lo que Lalo le decía al oído en tonos distintos y a una distancia diferente, parecía como si fuera la primera vez, ahora la única diferencia es que habían logrado un perfecto código de comunicación con sus cuerpos; con sólo levantar un brazo, mover de una forma el cuello o las piernas sugería un caricia, en estos momentos sus voces dejaron de existir y comenzaba el diálogo de su piel.

Agradecidos de no morir en el anonimato de la soledad, su mirada a veces se presentaba sólo para agradecerse mutuamente esos momentos con una sonrisa; el hecho de conocerse tan plenamente, el hecho de haberse atrevido a compartir a aquella primera caminata juntos que repitieron posteriormente por distintos caminos, para cambiar el escenario de su casería como ella decía,

-¿Cacería de qué? le llegó a preguntar él.-
-Pues estamos cazando un fantasma no crees?-

El entendió y asintió con la cabeza sorprendió de ese momento en que ella por primera vez le dijo que estaba dispuesta a capturar entre los dos y hacer presa a ese fantasma.

A pesar de la tenue luz de la habitación, su cuerpos recibían la luz exacta para seguir admirándose, unidos y en lentos espasmos los dos compartían el placer de estar así en esos momentos, ella lo apretó muy fuerte con sus piernas y sus brazos y mordió suavemente su hombro caminando con sus boca hasta su cuello para beber poco a poco su sangre, su esencia, él gustosamente estaba sumergido en su negra cabellera , aspirando el oxigeno que se filtraba entre sus negros cabellos, se sentía en un mar de aroma hermoso, extasiado, ahogado hasta el paroxismo,

Recordó el momento justo en que moría de alegría al percibir por vez primera el olor de Eva; ese primer instante que le robó su voluntad y casi con cualquier pretexto se acercaba sólo para intoxicarse un poco de esa delirante esencia que sólo ella era capaz de emanar.

Con un movimiento suave lo invitó a quedar debajo de ella, abandonarse y dejar que su conciencia le perteneciera, para de esta forma comenzar a moldear su cuerpo esculpiendo nuevos rincones para hacer mucho más grande el mapa en donde las caricias de ella tendrían un efecto mas particular y especial, para que de la misma forma él lo transcribiera en la espalda de ella, y hacer un código secreto que sólo ellos pudieran descifrar con sus manos.

El hotel se encontraba al lado del paso del metro que un poco mas arriba se había detenido, a pesar de la lluvia el calor no se había despejado y en ese horario el metro se desbordaba de gente, opacando las ventanas por el bochorno interno de cientos de personas que soportaban lo indecible para llegar a sus hogares, las tarde de verano en la capital resultaban en ocasiones caóticas, el clima cálido se mezclaba con el inicio de la temporada de lluvias.

Ellos se habían dado cuenta que en la ventana se encontraba un pequeño resquicio que delataba su presencia en esa pequeña habitación, pero esta vez no lo cerraron; en su mente el mundo había dejado de existir.

En el interior del vagón del metro una joven de escaso 15 años de edad, viajaba aplastada, había logrado a acomodarse cerca de la puerta de tal forma que su cuerpo no fuera arrastrado hacia otro lado, lo que también funcionó para evitar que ningún “tipo distraído” quisiera abrirse camino manoteando “accidentalmente” sobre ella.

Karen ya no soportaba el calor , en ese momento pensó que podía arrojarse desde esa altura, ya no quería estar ahí, hasta que de pronto se le ocurrió tallar un poco el vidrio de la puerta, para retirar un poco de vapor que se había acumulado y no dejaba ver hacia la oscuridad de la calle.

Al asomarse vio de manera más clara el anuncio luminosos de letras neón del hotel que parpadeaba constantemente, alcanzó a ver a lo lejos el gran caos que en ese momento reinaba en las calles atestadas de vehículos que buscaban escapar de la lluvia que había caído durante mucho tiempo en la gran ciudad.

Su mirada comenzó a recorrer la avenida y observo cómo la gente atravesaba lo más rápido posible la calle, tropezar o dar un salto para evitar los enormes charcos de agua; siguió observando los increíbles malabares de otro grupo de gente que subía a un puente escalando por la orilla de la escalera por que la entrada estaba bloqueada por una gran laguna que impedía el acceso al puente, hasta que sus ojos tropezaron con el pequeño resquicio en la ventana del hotel donde los cuerpos desnudos de Eva y Lalo se veían perfectamente desde donde ella se encontraba; su sobresalto fue muy grande y por un instante apartó la mirada de esa ventana y de lo que el interioro de la habitación le mostraba, pero la curiosidad le hizo regresar a ese resquicio y comenzó a ser testigo de la inmensa pasión que esos dos cuerpos mezclados en uno se regalaban mutuamente.

Karen volteo su cabeza cuidadosamente, para verificar si no había algún otro testigo involuntario de esa escena mágicamente erótica y sin saber por que se alegró al descubrir que era la única que había descubierto ese momento en que Lalo y Eva se encontraban en esa habitación.

La aglomeración en el vagón evitaba que la gente que se encontraba junto a la puerta pudiera voltear hacia afuera, el fastidio por el calor provocaba que las personas dormitaran aun de píe; rostros cansados por el trajín del día era lo que predominaba en ese ambiente, la rutina del viaje indicaba que el metro no avanzaría por un rato más, por lo que ella regreso su mirada a esa escena desbordante de pasión.

Su respiración se agitó y su aliento borró por un instante el hueco que ella había limpiado en el cristal de la puerta del metro y con un movimiento suave volvió a dejar un pequeño resquicio, donde sus ojos volvieron a ver a esos dos que se abandonaban al éxtasis.

Observó cómo con un movimiento rápido él la atrapó por la cintura y la atrajo para besarla lentamente y dulcemente, para después hacer de ese beso un intento por devorarla, ya con la complicidad de su desnudez la sentó en sus piernas para recibir en su pene la delirante tibieza de las manos de Eva en un ir y venir constante, extenso, mientras Lalo besaba y sorbía la miel de sus senos.

De un solo movimiento Eva lo arrojo a la cama y él se acomodó para recibirla extendiendo sus brazos invitándola a montarlo; de manera lenta ella quedo encima de él acomodando suavemente su pene entre sus piernas con una leve caricia para quedar unidos una vez más.

Con una extraña sorpresa observó como Eva dominaba de una manera firme y tierna el cuerpo de Lalo, cómo sus caderas en movimientos breves, lentos y circulares, subían y bajaban devorando el pene de Lalo que deslizaba sus manos por la espalda de ella hasta llegar a sus glúteos y apretarlos de tal manera que los hacia perder su forma redonda.

La respiración de Karen se había acelerado y luchaba por que no se hiciera evidente esa extraña excitación, sentía a la vez un escalofrío intenso y pequeñas descargas de energía le recorrían la espalda provocando una sensibilidad extrema en su piel, en su sexo, en sus senos, el simple contacto con sus ropa la hacía desfallecer y siguió mirando.

Habían pasado ya varios minutos y Lalo con un giro sencillo quedo encima de Lorena que después de extender su piernas volvió a aprisionarlo y con sus manos comenzó a recorrer su cabeza y a perder su dedos entre el cabello de Lalo, y el ir y venir al interior de ella comenzó y Eva envuelta por una ola de placer clavó sus uñas en la espalda de él dibujando círculos en cada espasmo de placer que le provocaba la intensidad de los encuentros constantes de sus cuerpos.

Karen observaba con atención la sabia manera en que ella recorría la espalda de Lalo haciendo de los movimientos de sus manos un oleaje hipnótico que se había sincronizado con vaivén circular de sus caderas, parecía que la espalda de Lalo eran tan extensa que las manos de Eva comenzaban a caminar en su nuca par descender de una forma similar a la humedad del agua sin dejar un solo lugar vació con el liquido de sus dedos.

Sin prisa y con una deliciosa ternura ambos se enfilaron entre caricias hacia el embriaguez compartida; Karen observaba esa escena verdaderamente extasiada, la sorpresa de cada uno de los movimientos, su inesperado e involuntario Voyerismo provocaron que olvidara que deseaba contener la respiración y se dio cuenta con sorpresa que se encontraba totalmente relajada pero igual de sensible; había entrado en un momento de laxitud y paz; aun sentía el calor que se le agolpaba en las mejillas y una intensa emoción comenzó a generarse desde el centro de su cuerpo y sus lagrimas nublaron su mirada, se mordió los labios para contener el sollozo que quería salir de su boca.

Karen se encontraba gratamente sorprendida por la forma en que esos cuerpos formaban uno solo, compartiendo un entendimiento pleno en cada movimiento, sin ataduras, sin limitaciones, sin temor alguno disfrutando de la exquisita libertad de estar juntos.

Había experimentado algunos acercamientos con los chicos de la escuela que le provocaban un poco de temor, por la inexperta brusquedad de los besos que buscaban sólo autosatisfacción, pero ahora podía observar que un momento tan intimo podía disfrutarse de manera mutua viendo a Lalo y a Eva en esos momentos corroboró lo que Susana, su maestra le había dicho en alguna ocasión, “que solamente tendría que encontrar a la persona adecuada con la que pudiera compartir momentos como ese”, por lo pronto no había llegado y ciertamente no era el momento, era muy joven todavía, pero pensaba que en algún momento se encontraría con alguien en un lugar así, en donde sólo la tenue luz iluminaría su cuerpo desnudo para devorar y alimentarse de la pasión y el amor.

La lluvia comenzó a caer de nueva cuenta, intensa muy tupida; Karen por un momento cerró los ojos, de alguna manera deseo que esa imagen no se borrara de su mente; guardaría para siempre el registro de esa pequeña rendija de la ventana del hotel, la tenue luz del interior y esos 2 cuerpos fusionados que dialogaban solamente con su piel. En el interior de la habitación del hotel la pasión había estallado, ambos con una respiración agitada se quedaron inmóviles solamente los dedos de Lalo nadaban en la negra cabellera de Eva.

Su respiración se había calmado Lalo y Eva con un fuerte abrazo continuaron disfrutando del el clímax; Karen siguió observando la espalda amplia de Lalo y sus glúteos que se habían quedado inmóviles y de repente vio cómo Eva la miro a los ojos y abrazada fuertemente a Lalo se dio un instante para levantar una de sus manos y saludar a Karen.

El metro inicio su marcha y Karen dejo atrás esa pequeña rendija que involuntariamente la había puesto como espectador del instante en que esos dos habían compartido una vez más le mágico placer de estar unidos en su soledad, y dejó atrás la sorpresa que le acompañaría para siempre al saber que Eva siempre supo que sus ojos habían escudriñado y robado ese momento de intimidad con Lalo, pero que de alguna forma quiso compartir con Karen y decirle con ese movimiento de su mano que no había problema, y que sólo guardara esa imagen en su memoria y que también como una forma de agradecimiento por guardar el secreto de la rendija en la ventana .

El metro avanzo entre la llovizna que apretó mucho mas, de nueva cuenta se detuvo para el fastidio de todos en el interior, pero avanzó de manera rápida esta vez para ya no de tenerse, Karen suspiro de manera muy profunda y seco las lágrimas de sus ojos que al lado de los demás se confundieron con el sudor de su frente, pasando desapercibida esa sorpresa y ese enorme placer por presenciar esa escena en que Eduardo y Eva compartieron su intimidad como cada semana después del trabajo.

El metro desapareció, el camino a casa para Karen era todavía largo, y en estas calles la sorpresa la encontraría de nueva cuenta, con qué no lo sabia, pero recordó las palabras de uno de su amigos que había aprendido a ver en cada día una sorpresa que podemos contar o guardarnos solo para nosotros, esta vez Karen guardaría la sorpresa, no la deseaba compartir con nadie por el momento; tal ves después pensó, pero por ahora la mantendría celosa mientras emprendía el camino de regreso a casa.