QUE DUERMA LA TRISTEZA

Deja que duerma la tristeza,
toma sólo un trago de nostalgia.
un traguito de vino de luna,
y regálale un suspiro a la noche.
 
Ese dolor se marchará tan pronto llegue
si le cuentas tu pesar a ese lucero,
si no lo dejas en tu corazón,
si lo cuelgas en la nube que vaga de noche.
 
Limpia tus ojos amorosos,
deja el agua sólo para el mar,
y deja que el tiempo camine contigo
que tu ángel escuche tus razones.
 
Deja que duerma la tristeza,
que el recuerdo se quede en las páginas que escribiste;
mira al frente, hay tanto que contar,
otra tinta espera tus manos.
 
Toma el brazo que se tiende ante ti,
a veces el plural es mejor que el singular,
que el viento se lleve tus lágrimas,
que la noche acompañe tu encuentro.

VESPERTINO

Pintar con el sol nuestra sombra,
dejar el alma entre los árboles,
las palabras de mi amor en las veredas
escondidos, un instante lejos de todo.
 
Contar las hojas de los árboles en la tarde,
andar los caminos mojados de lágrimas,
sostener la sorpresa del viento fresco
cubriéndome el frio con tu cuerpo.
 
Pensando en que se va la noche
y en la última oportunidad de tenerte en mis brazos;
confesarle a la luna el por qué nuestra cara al suelo,
por qué estos besos desesperados.
 
Y es que de a poquito gotea nuestro amor,
hay una fuga que se seca con el sol,
y los días se terminan esperando
y estoy a la orilla de la ciudad mirando tu horizonte.
 
Acariciando las nubes y tus mejillas,
haciendo arena de la roca, que suelto al viento
soñando voces que te hablan,
que te describen y señalan cuanto quiero estar junto a ti.

 

AMANECER A TU COSTADO

El amanecer a tu costado,
comienza el tiempo para el adiós y la distancia;
qué puedo dar para acabar con este espacio que comienza ahora
y en el que se pierde tu piel hermosa.
 
Es ahora el hueco en el tiempo y mi día,
es tu presencia de sombra,
y el deseo de verte dormir junto a mí
descansando el amor, durmiendo tu deseo.
 
Y te camino aceras solitarias,
viajando vacíos pensando en tu boca,
nadando en el mar de cuerpos de la 6 de la tarde en esta ciudad ingrata
que te esconde y oculta.
 
Te miro en el ámbar de mi vaso,
en las nubes de mi tabaco, que vuelan sobre mí,
en el paisaje lejano de mi joven embriaguez,
en la mano que no es mía y que acaricia una espalda.
 
Que el tiempo cambie,
que no sea necio presente necesitándote,
que no sienta más que no hay nada después de ti,
que pase tranquilo besando lunas.
 
Siente mi cuerpo al caminar junto a ti,
mis manos y brazos están listos
para cubrirte en esta noche que te quedas,
y de nueva cuenta amanecer a tu costado
pensando irremediablemente que te irás.

PARA YA NO ESPERARTE

Es mi corazón que se queja de la tarde
porque roja no deja que venga la sombra;
es mi corazón que quiere dormirse
en las nubes blancas de tus brazos.
 
Es tu paso largo que me acompaña,
tus labios y sus palabras exactas;
es mi corazón ajeno que siente que le haces falta
que espera la noche y se queja de la tarde.
 
Es el tiempo que en forma de arena
espero que pase para volver a verte;
otra tarde despidiendo a las nubes rojas,
otro suspiro que se aleja y me deja sin vida.
 
Es este corazón que quiere tu boca sabia,
este cuerpo que quiere tus pasos largos,
un cielo negro y tus brazos de nubes blancas
y un tiempo que muera para ya no esperarte.

CORAZON DANZANTE

No tengo sus ojos para verlos de cerca;
tengo un sueño perdido,
una ilusión que vuela,
una luna que se llena,
como este corazón danzante,
que fatiga al cuerpo que le lleva.