miércoles, abril 14, 2010

DÍA

Una mañana,
el tiempo ya no es el mismo, nunca lo será.
Los pasos,
emprenden un camino y un destino.
El viaje,
lento impredecible.
El corazón,
necesita con certeza de ti.
Un grito,
que se pierde en el espacio sin respuesta.
Las nubes,
sombras hermosas de la mañana.
Las sombras,
más frías cuando se asoma el sol.
Los sueños,
regresan después de esa noche.
Mis brazos,
cansados y todavía necesitando tu cuerpo,
El túnel,
come mi cuerpo y me oculta en la oscuridad.
Otros sueños,
tus labios húmedos que siento en mi boca.
El medio día,
tu sol candente todavía en mi piel.
Viento,
el aliento fresco de tu voz.
Un ángel,
mi presencia que camina junto a ti.

sábado, abril 03, 2010

DÓNDE PODRÍA EMPEZAR LA HISTORIA

En las mañanas y tu silueta detrás de la ventana,
en tu silencio juicioso,
en tu cuerpo todavía completo,
en los primeros temores y mi ansia por verte así.
 
En las mañanas que comienzan a repetirse;
que lindas las avenidas para escapar,
y las calles que comienza a ser mías,
y mi corazón que comienza a volar.
 
Un tanto tarde, después del descanso,
después de un reposo largo y en momentos eterno;
escondiéndose de las bocas y los ojos juguetones,
curándose de las últimas caídas.
 
Dónde comienza la historia:
en tu cuerpo solitario en esa estancia,
en tus ojos perdidos después de la aventura mal pagada,
en las palabras que escondieron la verdad en la memoria.
 
Comienza en las esperas sin llegada,
en las tardes sin despedidas,
en las miradas y pasos vacilantes,
en los caminos que se dividen.
 
Ahí, en las palabras huecas y sin fondo,
en los besos que vuelan y que ahuyentas con un soplo,
en los brazos que te alcanzan,
y de los que no entiendes su calor. 
 
En las tardes calurosas con calles encharcadas,
en las que atrapábamos arco iris
y nubes en las banquetas,
en los pretextos que encontré en tu voz, tus ojos y tus manos.
 
Comienza la historia cuando te mire con la sorpresa,
cuando mire tu rostro y no se mi hizo lejano,
cuando el turrón de tu pecho se fundió en mi boca,
cuando tu voz se cortó de pronto.
 
Al ver la luna que se apagaba,
en nuestros pasos hacia un rincón citadino;
sobre el mármol nuestros labios,
besos de otras vidas guardados hasta ese momento.
 
Comienza la historia en el recodo del río
y nuestros cuerpos flotando sin mojarse;
en el adiós del instante que siempre tarda en llegar
porque nuestra carne siempre se hace caricias.
 
En el vuelo y las nubes blancas
buscando tus pensamientos y tus suspiros
que me dejaste una noche en aquel rincón de piedra,
en donde sembraste la carne de tus labios en los míos.
 
Y la locura de tu espacio justo,
de tu secreto absurdo y tormentoso,
de tus besos de mar
y tu cuerpo de madera hermosa.
 
Ahí comienza la historia,
que nunca puede acabar;
de cada capítulo se nutren mis pasos,
de lunas, luceros y soles.
 
Y no llega su final,
estoy aquí escribiendo con mi sangre
tus cercanías y tus abandonos,
y tengo tanto de donde contar el inicio de esta historia.
 
Mis ojos se alimentan de cada detalle,
de cada cambio de tu mirada hermosa,
de cada rincón de tu cuerpo que descubren mis manos,
y de todas tus locas ausencias
que hacen que esta historia no termine.