lunes, enero 12, 2009

EN LA CIMA DE LA COLINA

Creo que nadie entiende
la lejanía de mi llanto,
sólo el sendero que me lleva
entiende mis pasos que dejan rastros de nostalgia.
 
Me pierdo en el bosque de asfalto
para subir la ladera de una avenida
y llegar a lo más alto para mirar el valle
y aullar llamando a la calma.
 
Y es la luna que a mis espaldas me acompaña
iluminando con su luz mis lágrimas,
breves destellos que pintan y custodian mi llanto
que muere en el eco que se pierde en último rincón del valle
mis ojos ya no pueden mirar.
 
Miro esta línea recta
que seguramente será mi próximo camino
al amanecer cuando ya no tengo ganas de llorar
porque mis ojos ya están secos
como se encuentra mi corazón que late sin tu sangre.
 
Y es que paso el día esperando
a que mi ansiedad se diluya y sea pasado,
pero se acumula y aunque la niegue llena mi pecho
que al anochecer estalla en aullidos que me sanan sólo un poco.
 
Porque veo frente a mí de nueva cuenta
las ilusiones que daban certeza a mi futuro;
desearía borrarlas cada vez que cierro mis ojos
pero al abrirlos están ahí, no se marchan.
 
Descubro entonces el reflejo del rostro de la luna
en el lago que forman mis lágrimas
que crece cada vez más por que no dejo de alimentarlo
te llamo una vez más
pero estás tan lejos.
 
Creo que el eco de mi llamado ya no te alcanza
estás tan lejos,
tal vez ya olvidaste mirar la luna
estás tan lejos,
pero cada anochecer estaré en la cima de esta colina
trazando otro camino para andar
estás tan lejos.
 
Pero en este bosque de asfalto
seguiré formando senderos que entiendan mi nostalgia
y seguiré recordando esa secreta ilusión que me regalaste
tal vez me veas en la cima de la última colina que te encuentres.

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