Déjenme morir, déjenme ver en esta tarde como el sol se pierde cada vez que cierro mis ojos, no me pidan que no este triste, porque no lo haré. Déjenme de pie en esta tarde de otoño en que me cubren las hojas de los árboles, en que el viento que anuncia el invierno se lleva poco a poco pequeños fragmentos de mi piel. Desapareceré por un momento, no me digan que no me vaya; esta tarde que cayó el sol quiero ir a beber sus últimos rayos que coronan las montañas. Esta tarde moriré en el frio de mi tristeza una muerte más, qué más da; sepultare una vez más a mi espíritu en las entrañas de mi mundo. Seré semilla debajo de la tierra, esperaré de nueva cuenta para renacer, esperaré que este frío dolor se aleje y comenzar de nuevo en la primavera. Déjenme morir, en esta forma creo en la resurrección por el momento desapareceré, debajo del suelo seré barro. Solo necesito una gota de amor de la sangre de un ángel que me descubra, y con su mágica esencia me regrese a la vida para dar de nueva cuenta lo más hermoso de mi necio corazón.
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